En el San Sebastián de los años 1940 y 50 era frecuente que la gente se agolpase en el escaparate de Optica Carli en la calle Hernani 21, para admirar un Belén que llenaba todo el ancho y largo de éste. Esta Optica era de mi abuelo Konrad y posteriormente la regentó mi tío Carlos hasta el año 2007 en que se cerró.

Era un Belén con movimiento. Llegaban los Reyes Magos a través de una cuesta hasta el Portal y allí se giraban para saludar al Niño Jesús. También llegó a haber un tren eléctrico, un taller con tres trabajadores e incluso una telesilla. Al fondo se veían unas montañas y unas casas, en un paisaje todo nevado, hechos de madera. La iluminación era a base de bombillas pintadas de distintos colores.

Muchos niños y mayores de aquellos años, se pasaban un buen rato mirando cuando aparecían Melchor, Baltasar o Gaspar….. o la parición en una nueva vuelta de la locomotora que salía por el túnel del lado izquierdo del escaparate.

En casa de mis abuelos cuando mi padre (Hans) era niño, había también otro Belén que ocupaba toda una habitación y por supuesto con movimiento y en un escenario nevado.

Yo todavía recuerdo los Belenes de mi abuelo hasta el año 1981. Eran algo más pequeños pero siempre con movimiento. En alguna ocasión ayudándole con la escayola, volcándola sobre las montañas para dar aspecto nevado. Y ya terminados, en Navidad, recuperando los vagones que se nos descarrilaban dentro de los túneles.

Esa tradición familiar la siguió mi padre y al principio también los hacía con movimiento cuando éramos pequeños y hasta incluso con alguno de los primeros nietos. Posteriormente los pisos de hoy día obligan a reducir los tamaños de los Belenes y con ello también el tamaño de las bombillas y mecanismos.

A través de mi padre heredé este amor al Belenismo y he ido ayudando en la fabricación de piezas mecánicas, circuitos eléctricos, etc. cuando él me sugería algo a este respecto. Fabulosas horas son las que hemos dedicado a mejorar los distintos proyectos.